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viernes, 13 de septiembre de 2024

Fragmento 2

Las mujeres de mi familia,
familia de mi padre,
siempre son “las otras”;
no tienen nombre propio
cuando son evocadas
por sus mal llamados
amantes.
Todas Josefinas,
llorando manchas violeta
ocultas en el cuello.

Todas Josefinas
esperando,
que Benito
deje a su mujer,
deje de beber,
deje de vivir.
Por el lado “de la Luz”
mis raíces son mujeres
adornadas de “des”
mujeres desesperadas,
despechadas, desgraciadas.
Pero nunca, nunca
nunca des-enamoradas.
Escribo
para sanarme, para sanarlas,
para ser algo más que víctimas,
alguien más que “algo”
mucho más que “otras”.
Para desarraigar la competencia
con la que nos adoctrinaron
Escribo para aprender que
amamos mucho y a muchos,
y no es motivo de vergüenza.
Que deseamos a muchos,
los deseamos mucho.
Y eso nunca nunca debe doler.
Porque vengo de una familia
de mujeres que se sienten obligadas
a reírse de los chistes ofensivos
de sus maridos ebrios.
De mujeres encerradas y silenciosas;
escribo para enseñarles a gritar,
para arrancarles del alma
el “tú, te callas”.
Escribo por mi abuela Josefina,
para que reencarne en bailarina
Por mi tía, para que no vuelva a llorar
para que no le duelan los huesos.
Para que mi abuela, María, deje
a mi abuelo, muchas veces más
Y tenga novios,
muchos, muchas veces más,
que siga escribiendo poesía
y ya no tenga miedo
de mostrar sus pechos.
Grito por las rodillas sangrantes
de mi bisabuela Emilia,
haciendo mandas a la virgen
para que reencarne
en el mar de Guerrero
y tire los altares de un tsunami.
En mis pies enredo sus raíces
y en mis manos sus nubes
para que Ale no vuelva a Morelos
y Gabriela se canse de Noé,
para que el dolor se vaya
con la facilidad con que
nuestros padres se fueron.
Para no volver a ver
mi cuerpo de 11 años
tirado en la cocina
pidiendo perdón.
Por no darle de comer
a mi abuelo de nuevo
con sus ojos lascivos.
Y para no defender la pureza
de falsos profetas consanguíneos
que me apretaron el pecho
hasta romperme.
Para que ningún malnacido
vuelva a restregar su cuerpo
en las piernas de mi prima
cuando vuelve de la escuela.
Y romper el maldito
maldito círculo vicioso
de los “secretos de familia”
manchados de pedofilia,
incesto, golpes y sangre.
Para que todas
podamos ser nombradas
Para que no deje
de retumbarnos
en la cabeza
hasta que gritemos.
Alzo la voz para no negarnos,
porque tenemos nombre
y no dejaremos que lo olviden


-Jimena Gonzáles en Las otras (poema) 

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